DE LA ONTOLOGÍA DE LA VIDA A LA BIOPOLÍTICA (Y VUELTA): UN PASEO CON ARISTÓTELES Y EL CHE GUEVARA
Antes de la pandemia solía viajar con frecuencia. Eran viajes más o menos cortos por la península para dar charlas o para trabajar con colaboradores de otras ciudades, o viajes más largos para asistir a reuniones de proyectos europeos. Siempre los hacía en coche, como dicta mi inveterada aerofobia. Viajar en coche, escuchando música o radio, ha sido para mí (amor fati) un auténtico placer noético. Volviendo de Francia, una vez (atravesaba el País Vasco, recuerdo, aquellos espléndidos paisajes), escuché en la radio una entrevista a un conocido periodista senior, que ofrecía algunos consejos retóricos para dirigirse al público en una charla. Nunca se debe comenzar una conferencia con una disculpa, decía. ¿Nunca?, pensé, recordando algunas ocasiones en que yo mismo lo había hecho, creyendo que funcionaba, que ponía en juego esa peculiar humildad (ficcional, más que ficticia) de quien está en el uso de la palabra.