Populismo neobarroco: una lectura alternativa al capitalismo tecnofeudal
El populismo no suele estar bien visto. Objeto anamórfico por excelencia, depende del ángulo de visión el que su potencial político como agente de emancipación pueda ser apreciado como tal. Visto de frente, tal como se empeñan en mostrarlo sus detractores, sólo nos ofrece una imagen distorsionada, una caricatura de sí mismo. Las invectivas abundan: se lo acusa de irracional, paternalista, autoritario, demagogo, fascista y retrógrado. La tradición marxista latinoamericana lo desdeña, la liberal lo desprecia. No es de extrañar: para los liberales representa una desviación del curso normal de las cosas, una abominación cuya sola presencia desmiente los ideales sobre los que se construyen las democracias cuando estas son “saludables”.