Sólo una política posmoderna puede liberarnos del neoliberalismo en salud.
En las sociedades humanas, con el desarrollo histórico de saberes y prácticas sobre los procesos como salud, enfermedad y muerte, se ha formado un conocimiento abarcante y extenso de la promoción y economía sanitaria para enfrentarse, de una manera actualizada, al proceso mórbido. Este procedimiento ha permitido configurar distintas respuestas al binomio enfermedad-salud durante los siglos XX y XXI. Como consecuencia, los sistemas de salud han cristalizado y se han adaptado a dinámicas económicas y sociopolíticas generales que trabajan aspectos como los modelos de atención sanitaria, las infraestructuras necesarias, los equipamientos y recursos para la atención médica, etc.